Los ojos del fotoperiodista Gervasio Sánchez hablan del "desastre" de la guerra. De heridas, de la luz adecuada, de muerte, de paciencia. También, simbolizan la vida, la que todavía existe, la que pende de un hilo. Quizás es porque él, como pocos, ha sido capaz de sufrir el impacto y el dolor de las víctimas en su propio interior.
O porque conoce "el corazón de la guerra". Un secreto que comparte con algunos compañeros de la nueva generación de profesionales comoSamuel Aranda, premio World Press Photo, Guillermo Cervera, Manu Bravo o Diego Ibarra. "Buenísimos fotógrafos", comenta Sánchez, en el marco de los cursos de verano de la universidad Rey Juan Carlos, que han tenido que irse fuera para trabajar porque "viven en un país repleto de fantoches en lo que se refiere a la fotografía periodística, salvo excepciones".
"Gente estratégicamente situada en los medios que se han dedicado a destruir a sus compañeros, con el objetivo de impedir que gente más preparada que ellos no subiera de escalafón y se conocieran sus mediocridades", sostiene. "Han destruidos la esencia de la fotografía, que gente joven pudiera trabajar", agrega. La solución pasa por "trabajar con medios anglosajones, alemanes o americanos".
A su juicio, la fotografía no se valora "ni hoy ni ayer, ni hace 30 años". Gervasio, que lleva ya tres décadas recorriendo los países en conflicto con la compañía de su cámara fotográfica y que ha ganado numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Fotografía de 2009, cree que esta disciplina es la pariente pobre de las artes visuales, y la fotografía documental es el pariente pobre de la fotografía.
Desde que comenzó, el oficio ha sufrido algunas transformaciones. Se ha pasado de los carretes a las tarjetas de memoria. De captar el instante con dispositivos manuales a digitales. Y en que los medios de comunicación publiquen una instantánea a cuatro columnas de imágenes que hace una década se hubieran tirado a la basura, relata.
Su olfato periodístico le permite dividir a los nuevos fotoperiodistas en dos categorías: "Los que trabajan sigilosamente y van a llegar muy lejos, incluso a convertirse en profesionales de referencia, y los que están más preocupados por lo que hacen y su impacto mediático".
Los desaparecidos españoles
Uno de los últimos trabajos de Gervasio Sánchez fue la exposición 'Desaparecidos', donde documenta el horror de aquellos que viven en el olvido de los gobiernos, pero en la memoria de sus seres queridos. Ha buscado esa desaparición forzosa en distintos países, ha narrado sin palabras la obsesión de encontrar unos huesos. Y ahora empieza a retratar a los desaparecidos españoles.
Según el fotoperiodista, "el problema de los desaparecidos en España no se soluciona por la cobardía de la totalidad de la clase política". A pesar de que han pasado 37 años desde la muerte de Franco y 35 desde que llegara la democracia. "Evidentemente, PP y PSOE son los mayores responsables, pero también IU, CIU, ERC, PNV y los grupos extraparlamentarios vascos han jugado a un juego de obviar el pasado, de sepultar la memoria debajo de una alfombra", explica. Esta falta de compromiso es, para él, un insulto más a la memoria de las víctimasy significa tratar sin respeto a las familias.
Independientemente de que su proyecto tenga como escenario Sarajevo, Argentina o España, Gervasio Sánchez afirma que el concepto más importante es "transmitir con decencia". Una decencia que no siempre es fácil de conseguir en un mundo demasiado desenfocado. "Con el paso de los años acabas por darte cuenta de que vivimos en una sociedad donde todo es un negocio. La guerra también es un gran negociodonde gente sin escrúpulos, que va dando lecciones de ética y moral, toma decisiones que provocan muchos muertos", apunta.
Gervasio conoce la hipocresía de los poderosos, sonado fue su discurso al recoger el premio Ortega y Gasset 2008 contra la política armamentística del gobierno de Zapatero. "Los medios de comunicación silencian a los grandes responsables de las tragedias", expresa.
En su punto de mira están todos los bancos y las cajas españoles que se dedican a financiar la industria armamentística. También las multinacionales que, entre otras acciones, acuerdan concesiones con dictadores porque son más baratas. Los ojos de la guerra y los de Gervasio Sánchez tienen claro que seguirán viendo esos desastres: "La guerra ha sido un gran negocio, por eso nunca dejará de existir".
Escrito por Carla Pina el 09/07/2012 para EL MUNDO
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