No tenemos perdón: Cunningham en Madrid

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Cunningham en Madrid


Imogen Cunningham (Portland, Oregón, 1883 - San Francisco, 1976) dedicó más de 70 años a la fotografía, una trayectoria en la que fue una constante la investigación y la innovación y que ahora muestra la Fundación Mapfre en Madrid con la mayor exposición realizada sobre esta artista estadounidense hasta la fecha.


Junto a sus famosas imágenes de desnudos y composiciones abstractas de plantas y flores, la exposición incluye obras que nunca habían sido mostradas anteriormente, según ha explicado la comisaria Celina Lunsford.

Más de 200 fotografías componen la muestra de Imogen Cunningham , una artista visionaria autora de una prolija y original producción.

El director del Instituto Cultura de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, ha explicado que a en esta exposición se descubre una imagen poco habitual de Cunningham ya que, junto a su obra más "objetual", en la que reproduce fragmentos de cuerpos humanos o de botánica como objetos, aparece una artista más "completa y sensible al devenir de la fotografía". La fotógrafa "consigue crear un mundo muy especial con una sintaxis muy clara, que sabe cambiar y estructurar para exponer sus diferentes visiones de la realidad", dice Burillo.


Así, se pueden contemplar sus primeras y exquisitas imágenes pictorialistas, como la bucólica composición El bosque más allá del mundo, de 1912, sus composiciones florales, las representaciones del cuerpo humano y los desnudos intimistas, hasta sus retratos de escritores y artistas y las fotografías callejeras y urbanas.

Del propio legado de la artista, el Imogen Cunningham Trust, proceden muchas fotografías incluidas en la exposición, entre ellas Diseño agave, una composición de cuatro positivos de los años veinte o Invierno en Cowen Park, Seattle, un positivo a la goma bricomatada de 1907.

Las obras reflejan todas las técnicas que utilizó de la que llegó a ser casi centenaria artista, que compró su primera cámara en 1906 en un curso por correspondencia y que comenzó a experimentar en el campus de la universidad, donde tomó uno de sus autorretratos más conocidos en el que se muestra desnuda sobre la hierba, algo poco frecuente en la época.


Cunningham fue una gran aficionada a la botánica y, por ello, las composiciones florales tuvieron un papel muy importante en su producción: magnolias, calas o cactus son registrados al detalle logrando imágenes de gran plasticidad y belleza con las que logró fama internacional. La representación del cuerpo humano fue también un tema principal en sus composiciones, que convirtió a amigos y familiares en modelos, entre ellos a su marido, cuyos retratos en el Parque Nacional del Monte Rainier (Washington) constituyeron una de las primeras aproximaciones a la fotografía del desnudo masculino.

La década de los 30 fue para escritores y artistas, como los retratos con superposición de imágenes realizados a los bailarines Marta Graham y José Limón, innovadoras fotografías que llamaron la atención de la revista Vannity Fair, con la que empezó a colaborar. Así, en los años posteriores retrató a numerosos personajes de la época, como Cary Grant o Spencer Tracy o el presidente de Estados Unidos, Herbert Hoover.

Además de estas imágenes, en la exposición, abierta hasta el 20 de enero de 2013, puede contemplarse una muestra de lo que Cunningham denominó "fotografías robadas", en la que reflejó la vida urbana en San Francisco y Nueva York.


La vida después de los noventa, el último trabajo que esta incansable fotógrafa inició a los 92 años, quedó inacabado al morir en 1976.

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