"Anoche no me quedaban fuerzas para articular una sola palabra más. Se me habían echado las sombras encima. Me acosté a oscuras, en el salón, y un peso de cien atmósferas me aplastó contra el sofá. Cuando me desperté habían pasado dos horas y no sabía quién era ni dónde estaba. Apagué la luz del escritorio y, como un sonámbulo, me cepillé los dientes y me metí en la cama. Parecía un cazador furtivo. Derrotado."
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